ARLA/CLUSTER: Obsolescência programada, uma prática de duvidosa ética e com efeitos devastadores no meio ambiente
João Costa > CT1FBF
ct1fbf gmail.com
Quinta-Feira, 2 de Outubro de 2014 - 13:16:22 WEST
Obsolescencia programada, una práctica de dudosa ética*Definição de
obsolescência programada* - significa *reduzir deliberada e
propositadamente a vida útil de um produto para aumentar o consumo de
versões mais recentes do mesmo. A industria de* *equipamentos electrónicos
(computadores, tablets, telemoveis, smarthphones, impressoras, etc)* são
campeões da prática da obsolescência programada.
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Equipos electrónicos con fecha de caducidad. Por qué los aparatos se
estropean en periodos previamente establecidos por los fabricantes Por
Ricardo Jato de Evan in Radio-Noticias..
Hace varias décadas se decÃa que la desaparición del Seat 600, aquel
pequeño vehÃculo en el que viajaban hacinadas las familias españolas de los
años sesenta, se debÃa a que era «un coche demasiado bueno», tanto que
nunca se estropeaba, y cuando tenÃa algún problemilla se reparaba en un
plis plas. Al no tener averÃas no era rentable para los concesionarios
porque sus dueños no lo cambiaban por otro, ni tampoco gastaban en
recambios, ni necesitaban hacer revisiones en el taller.
Leyenda urbana o realidad, hay muchos ejemplos de automóviles y
dispositivos electrónicos, incluyendo lÃneas blancas, marrones y del color
que quieras, que ya no funcionan como antes. Pregunta a cualquier ama de
casa si su lavadora o nevera dan el mismo resultado que aquellas otras que
tenÃa hace treinta o cuarenta años... Todos los aparatos que nos rodean y
que usamos a diario, vehÃculos, ordenadores y sus periféricos, televisores,
radios, etc., padecen una «enfermedad», un mal inoculado en la misma
fábrica donde cada uno de ellos se produce, se llama obsolescencia
programada, y además de representar un fraude al consumidor tiene unos
demoledores efectos medioambientales.
Qué es
Cuántas veces te habrás preguntado qué rayos le pasa a esa impresora que
has comprado hace un par de años, que siempre funcionó de maravilla y un
mal dÃa, sin más ni más, deja de imprimir y comienza a dar extraños
mensajes de no sé que rara averÃa, o dice que no tiene el cartucho puesto
(cuando te has gastado una buena pasta en uno nuevo), o cualquier otra
excusa para no ponerse en marcha como era habitual. Echando mano de la
lógica, pasarás a analizar la situación. ¿Cómo es posible que con el actual
desarrollo de la técnica los aparatos se estropeen tan pronto? ¿Por qué el
receptor del abuelete todavÃa funciona y se oye de maravilla, y sin embargo
aquella radio que compraste hace cuatro años ya no sintoniza? La razón a
todo esto tiene sus defensores y sus detractores, y la solución es bastante
difÃcil. Veamos primero cuál es el virus común a tantos aparatos y máquinas
que están en nuestro entorno.
La *obsolescencia programada* es una planificación de la vida útil de un
producto efectuada por el fabricante con el objetivo de limitar su duración
para que transcurrido cierto tiempo el usuario se vea abocado a comprar un
equipo nuevo. Se trata de obtener un aumento en la velocidad del ciclo
producción-consumo a base de acortar la durabilidad de lo producido, y es
en el campo de la industria electrónica donde esta práctica alcanza sus
mayores cotas. ¿Pero es posible que exista este contubernio entre los
fabricantes? No solo es posible, es que realmente es asÃ. La sociedad de
consumo lleva consigo una filosofÃa, la de usar y tirar, favorecida por el
impulso bastante generalizado de tener siempre el aparato más moderno, la
última moda, lo más actual, aunque la diferencia con dispositivos de la
generación anterior pueda ser mÃnima, cuando no nula. Todo esto no es
nuevo. En los años veinte del siglo pasado los fabricantes comenzaron a
caer en la cuenta de que lo que hacÃan era demasiado bueno, tanto que
llegaba un momento en que el mercado no necesitaba más de sus productos,
simplemente porque seguÃan en perfecto funcionamiento. Con la aparición de
la producción en masa vino de la mano la *obsolescencia programada*.
La economÃa se sustenta en el equilibrio entre producción y consumo: si no
hay consumo bajan las ventas, se reduce la producción y desaparecen los
beneficios, se eliminan puestos de trabajo, y suma y sigue... Y ya que
mencionamos las consecuencias sobre el empleo, hay que subrayar que esta
tendencia se ha llevado consigo los pequeños talleres de repara- ción de
toda la vida, donde llevábamos a arreglar radios, televisores, pequeños o
grandes electrodomésticos y demás. Cuando ahora uno de esos aparatos se
estropea la respuesta es siempre la misma: «Le compensa comprar uno nuevo».
Exactamente, las piezas de recambio y los salvajes presupuestos solo por
abrir los aparatos para comprobar qué tipo de averÃa tienen superan el
valor de venta del mismo dispositivo en una tienda. Generalmente se piensa
que esta idea de destruir conscientemente los productos tuvo su inicio en
el sector de la electrónica hace noventa años, pero también se achaca a los
fabricantes de automóviles una idea que puede parecer un tanto siniestra:
lo importante no es la calidad sino el diseño. Haz algo bonito, que dure
poco y cámbialo cada cierto tiempo, asà el consumidor estará dispuesto a
invertir en un nuevo vehÃculo.
(Extracto del artÃculo publicado en la revista de octubre. *Descarga
gratuitamente el texto completo <http://www.radionoticias.com/Acceso.html>*)
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